Para graficar lo que
digo, les propongo aquí el relato de un joven profesor que va a tomar un curso
como suplente:
“Al llegar al aula, me dirigí hasta el escritorio. La preceptora me
observaba desde la puerta y, cuando terminé de acomodarme, lo único que dijo
fue: “Éste es el profesor de Lengua”. Después se fue y cerró la puerta… Frente
a mí, había más o menos veinte alumnos de catorce a dieciséis años, que
esperaban a que hablara para empezar a medirme… Uno de ellos, que parecía el
líder, se levantó del banco, hizo con las manos una especie de gesto ricotero y
dijo riéndose, que “con la vieja ésa (la titular) estaba todo repiola”, que no
hacían nada, mientras sus compañeros asentían y le festejaban su intervención.
Tuve que hacer como que me enojaba y decirle que no podía referirse así a una
colega…Cuando terminé mi sermón, les pedí que se dividieran en grupos y les
dije que íbamos a leer un cuento. Pero algunos ya habían empezado a escuchar
música con el celular, así que tuve que pedirles que lo apagaran, y entonces
comenzaron los gestos desafiantes: que no, que no querían, que los otros profes
los dejaban, que la directora también los dejaba…En mi caso tuve que negociar y
llegar a un acuerdo: podían leer el cuento escuchando música, pero tendrían que
bajar el volumen o ponerse los auriculares”. Santos Gonzalo (2013). En las escuelas. Una excursión a los colegios
públicos del GBA. Capítulo 9. Santiago Arcos editor. Buenos Aires
Podemos reflexionar o trabajar en clase
estas preguntas:
√ ¿Cómo son los jóvenes que hoy
ingresan al sistema educativo?; caracterizarlos. ¿Qué buscan?. ¿Qué necesitan?.
¿Qué necesita el país de ellos?
√ ¿Dada la nueva realidad, qué cambios
se les ocurre proponer en el sistema educativo?
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